EVASIÓN CIUDADANA LA PIEDRA EN EL CAMINO

Cuentan los abuelos que varios años atrás, cuando no existían las famosas máquinas registradoras en los buses, cuando los paraderos eran definidos por cada pasajero y cuando el automóvil, era considerado el símbolo de la modernidad y el  progreso; la evasión de un pasaje, era juzgada como el peor delito de la sociedad, pues la cultura estaba inmersa en cada usuario que usaba a diario el transporte público.

Culminando los 60´s, un poco más al norte, Ciudad de México, ya se caracterizaba por ser una gran ciudad con aproximadamente 8 millones de habitantes, pero contaba con un problema de movilidad, ya que contrastaba con más de 7 mil unidades de transporte público que circulaban en la capital mexicana. Y ante la necesidad de una mejor forma de moverse en la ciudad, en 1969 se inauguró la primera línea del Metro en el DF.

Por otro lado en Santiago de Chile, en 1965 se fortaleció el proyecto de construir un ferrocarril subterráneo con el fin de lograr un tránsito más rápido en la ciudad. Y en mayo de 1975, un tren recorrió la primera línea.

Y así fue como los sistemas de transporte se fueron modernizando, el descontento fue aumentando y con él se fue desarrollando la evasión de pasajes, desembocando la cultura del no pago y la guerra del centavo.

En el año de 1985, en Bogotá, los conductores no recibían un salario fijo, sino que trabajaban para ganarse un porcentaje de los pasajes que recolectaran en sus recorridos. Esta situación obligaba a los conductores a recoger la mayor cantidad de usuarios posibles y a trabajar durante turnos de hasta 16 horas diarias. Esto se convirtió por varias décadas en una batalla campal entre varias compañías, donde, los seres humanos no eran más que cargas a las que había que transportar de un lado a otro por las vías de la ciudad para obtener la mayor cantidad de dinero, para los choferes y para los dueños de los buses.

Se instalaron las máquinas registradoras, con el anhelo de controlar un poco la evasión, pero los conductores comenzaron a invitar a las personas para que ingresaran a los sistemas por la parte de atrás, con la alternativa de ahorrarse la mitad del pasaje.

Con el tiempo la situación cambió, pero lamentablemente la cultura ciudadana no. Una cultura que aún no tiene respeto por la autoridad y un ejemplo claro, es la evasión en el pago de los pasajes de Transmilenio, uno de los principales problemas por los que atraviesa actualmente el sistema de transporte masivo de la capital colombiana.

Según reveló un estudio realizado por la Universidad Nacional de Colombia, anualmente este Sistema deja de recibir el 15.36% de las validaciones diarias, es decir, 384.000 personas (equivalente al tamaño de una ciudad pequeña como Manizales) que ingresan sin pagar por los torniquetes y las puertas. En términos monetarios, cerca de USD 1.6 millones semanales y 67 millones anuales. Con esta suma de dinero, se podría renovar toda la flota del sistema cada 4 años, o construir una troncal nueva cada 2 años.

Fuente: https://www.pasajero7.com/evasion-ciudadana-la-piedra-en-camino-2/



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